yo también fui parametrado…

La trinchera

Recuerdo perfectamente la fisonomía del jefe de la Comisión de Ingreso del Instituto Superior Pedagógico Félix Varela, de Santa Clara.

Rozaba los cincuenta años. Era un tipo de complexión más bien fuerte, alto, rubicundo, que portaba espejuelos de cristal grueso. Ni siquiera la candidez del nombre –Carmelo – logró atenuar el temor inspirado entonces en un muchachito del pre universitario de Sagua la Grande.

Aquella era la primera de tantas veces en que sería víctima del rechazo por mis preferencias sexuales. Más que eso: por la evidencia externa de que mis gustos en materia de sexualidad eran diferentes a los de la mayoría. “Amaneramiento”, de acuerdo con las palabras de Carmelo cuando le pregunté por qué podían impedir mi ingreso al Pedagógico. Actuaba con hipocresía; en realidad lo más importante no era ser homosexual, sino aparentarlo.

Carmelo me envió a un psicólogo o psico pedagogo que, a juzgar por la superficialidad de su ejercicio, parecía tener un solo propósito: ratificar que yo no reunía las condiciones para ser profesor, aunque analizar mi vocación, no era tan importante.

Fue en medio de una Escuela al Campo cuando María Isabel, entonces directora del Pre-universitario Miguel Diosdado Pérez Pimentel me comunicó que había sido rechazada mi solicitud de ingreso a la enseñanza superior en la universidad pedagógica de Villa Clara y, pasando a otro la “papa caliente”, me pidió que hablara con la profesora Tamara Hidalgo, a la sazón responsable de la continuidad de estudios en el plantel.

No recuerdo las evasivas de que se valió Tamara para salir de aquel mal momento. Mi memoria la presenta como un personaje más bien positivo. Fui uno de los alumnos más aventajados en sus clases de historia. Tengo la impresión de que sintió pena por todo aquello.

A María Isabel la tuve cerca una vez más antes de dirigirme personalmente a la sede del Pedagógico en Santa Clara. Me dio algunas claves para comprender lo irreversible. Narró las purgas que años atrás habían tenido lugar en esa casa de estudios: de profesores y estudiantes expulsados por sus preferencias homosexuales….Las historias estaban casi siempre acompañados de elementos que acentuaban el carácter “corrupto” de tales uniones: profesores que se acostaban con sus alumnos, cartas con declaraciones de amor que enlazaban a los estudiantes…..en fin, cosas “anti naturales”.
El final de aquellos episodios ocurrió ante Jorge (el psicólogo), el propio Carmelo y quizá otro hombre más. Por supuesto, nunca me dijeron “usted es homosexual”. Sino, “usted no reúne los requisitos para ser profesor” sin abundar mucho en las causas. Tenían grandes posibilidades de “tupirme”. Intentaron convencerme de las múltiples oportunidades que podía tener en otros centros de enseñanza superior. ¡Mentían!

En el curso 1993-1994, en pleno Período Especial, el ingreso a la universidad era extremadamente restringido, sobre todo en la esfera de las ciencias sociales y humanísticas, las únicas para las que –se supone- tenía vocación. Creo recordar que la Universidad Central de Las Villas ofrecía apenas seis plazas de Psicología; cuatro, de filología y ocho, de Derecho. Desde la capital se ofertaban para la provincia de Villa Clara completa apenas una o dos plazas de Filosofía, Historia, Sociología, e Historia del Arte, respectivamente. La Facultad de Periodismo durante aquel año no abrió sus puertas para ningún estudiante.

2

Admito que ser maestro nunca fue uno de mis grandes anhelos. Prefería el Periodismo o las Letras. Pero con los truenos que sonaban en el 94, no quedaba más remedio que poner los pies en la tierra y aceptar al Pedagógico como opción favorable para no quedarse en la calle.

Pero tal vez no hubiera sido un mal profesor. En cambio, sé de muchos que otrora abrazaron el magisterio y hoy trabajan en la radio, en el gobierno, en las instituciones culturales, en una tienda recaudadora de divisas…o se fueron del país. Algunos no han sido buenos ni en las aulas, ni en ningún lado…También entre ellos hay hombres que prefieren tener sexo con otros hombres.

A pesar de haber obtenido notas superiores a los noventa puntos en los exámenes de ingreso de Español e Historia de Cuba, el Desaprobado de Matemáticas fue suficiente para impedirme acceder a cualquier carrera de ciencias sociales.

“Vagué” sin futuro por unos meses, hasta que la radio se convirtió en mi refugio. La herida que me propinaron a los 18 años quedó abierta, pero escribir me ayuda cerrarla.

3

Me han dicho que Carmelo sigue rigiendo parte de los destinos del Instituto Superior Pedagógico Félix Varela, María Isabela se convirtió en una fiel seguidora del cristianismo (no sé si seguirá siendo marxista) y Tamara se mantiene vinculada a la docencia. A cada uno quizá les deba haber contribuido a precipitar en mí los afanes de cambio que hoy me inspiran. Me ayudaron a pensar más en la necesidad de que las diferencias sean legitimadas y de que hay que luchar para eso.

Hoy, al repasar las conferencias dictadas por reputados pensadores bajo el auspicio del Centro Criterios, corroboro que el llamado “Quinquenio gris” no terminó en 1975. Casi veinte años después, sufrí la exclusión por ser un “enfermito”, de acuerdo con el término usado en su análisis de esa etapa histórica el crítico Ernesto Juan Castellanos .

Sabe Dios en qué actividades andaría el tal Carmelo cuando tuvo lugar aquel Congreso Nacional de Educación y Cultura a fines de la década del sesenta. ¿Estaría entre quiénes metieron en el mismo saco a antisociales, locas, gays y rockeros para enviarlos a las Unidades de Apoyo a la Producción (UMAP)?

Pensar que las políticas culturales trazadas luego del mencionado cónclave afectaron sólo a artistas e intelectuales, constituye un error. Le dieron vía libre a muchos Carmelos para que, con sus actitudes retrógradas y malsanas, marcaran la espiritualidad de esta nación más allá del período enmarcado dentro del Quinquenio Gris.

En la conferencia denominada “El diversionismo ideológico del rock, la moda y los enfermitos”, Castellanos apunta:

Por fortuna, en Cuba ya no se acusa a nadie de diversionismo ideológico.
Siguen existiendo el rock, los homosexuales y el pelo largo, pero éstos
ya no son vistos como síntomas de ese mal. Mas aun cuando parezca que
ya esas exclusiones quedaron atrás, la realidad demuestra que la grieta no
está totalmente cerrada ni las heridas del todo curadas. Muchos de aquellos
prejuicios aún siguen vivos, y la mentalidad de ciertos conservadores y
extremistas con poder, más lamentable en el caso quienes tienen a su cargo
decisiones que atañen a la política cultural de la Revolución…

Y me permito terminar esta memoria con las palabras con las que lo hace el experto convocado por el Centro Criterios:

Quizás sea bueno recordar aquellas palabras de Fidel a los intelectuales en junio de 1961, cuando aseguró que en esta Revolución cabemos todos, «porque ésta es obra de todos nosotros: tanto de los ‘barbudos’ como de los lampiños; de los que tienen abundante cabellera, o de los que no tienen ninguna, o la tienen blanca. Esta es la obra de todos nosotros».

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